Cuando nos enfrentamos a la tarea de integrar a un alumno con albinismo en un entorno educativo, es esencial que el centro escolar esté preparado para ofrecer una atención especializada que cumpla con los principios de inclusión educativa y normalización. Es por ello que se han establecido una serie de pautas y protocolos educativos para asegurar que estos alumnos reciban la atención y apoyo necesarios para alcanzar su máximo potencial académico y personal.
El primer paso en este proceso es identificar las necesidades educativas especiales del alumno con albinismo. Esto implica recopilar información detallada sobre su diagnóstico médico y el funcionamiento de su visión. Es fundamental contar con la colaboración de profesionales especializados en baja visión.
Una vez identificadas las necesidades del alumno, se procede a diseñar un plan de intervención específico o adaptación curricular. Este plan debe reflejar todas las adaptaciones necesarias para garantizar que el alumno pueda acceder al currículo educativo de manera efectiva. Es importante destacar que este plan debe ser el resultado de una decisión colegiada e interdisciplinaria, involucrando a profesores tutores, especialistas del centro, profesionales de la salud y la familia del alumno.
Una vez diseñado el plan, es crucial garantizar que los recursos materiales y profesionales estén disponibles para el alumno con albinismo en igualdad de condiciones que el resto de los estudiantes. Esto incluye asegurar que el alumno tenga acceso a los materiales educativos necesarios, así como también realizar las modificaciones pertinentes en el entorno físico del centro escolar para garantizar su accesibilidad.
La implementación del plan de intervención es otra etapa fundamental en este proceso. Esto implica aplicar las adaptaciones curriculares necesarias y asegurarse de que se están utilizando los recursos y metodologías adecuadas para apoyar al alumno con albinismo en su proceso de aprendizaje. Es importante evaluar regularmente la efectividad del plan de intervención y realizar ajustes si es necesario para garantizar que se están cumpliendo los objetivos establecidos.
La evaluación del plan de intervención debe ser tanto cuantitativa como cualitativa. Esto significa que se deben medir tanto los resultados académicos del alumno como su participación en el entorno escolar y su bienestar emocional. Es crucial definir indicadores y variables que nos ayuden a evaluar la eficacia del plan y realizar los ajustes necesarios si no se están alcanzando los objetivos deseados.
Dado los comentarios y quejas de los padres de niños/as con albinismo, se fueron elaborando protocolos orientados al campo de la educación. Se empezó a pensar en las dificultades de los niños albinos a la hora de participar en los establecimientos educativos desde el pre escolar, la primaria y la secundaria, así como sugerencias en el nivel terciario /universitario.
Los protocolos son consignas muy simples y económicamente viables a llevar a cabo con un niño/a con albinismo en el salón o salita. Están diseñados para que los docentes los tengan en cuenta y el alumno/a se sienta más cómodo en el aula. Se le sugiere asimismo los docentes que se les permita al alumno con albinismo el uso de tecnologías que le ayude en el desenvolvimiento en clase y optimice su aprendizaje; dichas herramientas pueden ser lupas comunes y electrónicas, monóculos, celulares que tienen instalada una aplicación que permita magnificar las imágenes o profundizar el zoom de la cámara del mismo, etc. Estos instrumentos son muy útiles e incluso ayudarían a evitar eventuales situaciones de bullying por parte de sus compañeros, ya que no sería necesario que el alumno con albinismo deba levantarse constantemente de su asiento para acercarse al pizarrón para poder tomar nota de lo en él anotado y seguir el ritmo de la clase.